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domingo, 16 de noviembre de 2014

"KATIUSKAS"


El mes de Noviembre es el mes de las nieblas, el inicio del frío: el ecuador del Otoño... Noviembre es también el mes del culto a los muertos, los espíritus, el Más Allá, las brujas......Noviembre es el mes del misterio... (Así empezaba yo el año pasado mi Crónica XXIII como "Personal Shopper" del CrochetingClub),...Y aquí voy a añadir, porque me viene estupendamente para dar pié a esta entrada, que Noviembre es también  el mes en que las tardes comienzan a ser interminables al calor  del brasero; el mes de las castañas, del viento y la lluvia... y es también el mes del cambio de armarios, de sustitución de la ropa de verano por la de invierno, del calzado más liviano por otro más potente que nos resguarde de la lluvia y el frío...


Y ha sido precisamente haciendo ese trasvase en el que vas retirando del armario unas cosas hasta la próxima temporada y sacando otras acordes con la presente, cuando me las he encontrado. Ya no me acordaba de ellas, y eso que me las autorregalé el año pasado porque cuando las ví me encantaron y estaban rebajadas en un 50%. Tengo que decir que sólo me las puse un día, por eso de la novelería y no me las volví a poner, ni en todo el invierno, ni en toda la primavera, que, por cierto, tiene el mes de Abril que es en el que más llueve... Y las había guardado.



Pero mira por dónde ha llegado el otoño, y voilá!, han aparecido. Y como no para de llover, llevo unos día poniéndomelas y estoy encantada. Son rojas, estrechas y hasta la rodilla, de un material  entre el plástico y la goma. Y tienen un estampado en dorado como el de los pañuelos clásicos de Hermés....Son mis botas de agua: Las "Katiuskas" de toda la vida... Nada que ver con las que en alguna ocasión utilicé de pequeña. Aquéllas eran anchas, a media pierna y no recuerdo si verdes o negras, como de charol. Sí sé que me dejaron de gustar desde que comprobé que, aunque las llevaba puestas, ni por esas me dejaban meterme en los charcos dando saltos, que era lo que yo había imaginado que podría hacer con ellas..., porque efectivamente, el agua se metía por arriba y te ponías perdida. Entonces para qué servían?, me preguntaba yo, y con este razonamiento, las empecé a odiar...


Hasta el año pasado que ví las rojas en el escaparate con el estampado de Hermés, y me las quedé. Debo reconocer que tienen un olor a material, "ruaaaaro, ruaaaaro..." Y que si las tengo mucho tiempo puestas, se me calienta el pié,  y que son un poco tiesas, poco flexibles y pesan un pelín y que no resistiría con ellas una tarde de compras, porque el remate de los bordes es duro... Pero para ir y volver al trabajo o al cine, diluviando, salir a desayunar o a merendar, y no tener que andar demasiado, son monísimas, y, además, llevan ya un tiempo estando a la última...


Yo siempre oía a mi madre llamarlas "botas katiuskas", y a mis primas, y a las niñas del cole, así que para mí ese era un nombre muy familiar, aunque no sé si alguna vez llegué a preguntar el por qué se les llamaba así, el caso es que yo dí por hecho que debía ser porque se usaban en Rusia y ya sólo ese nombre les hacía parecer más interesantes... Y ahora me he enterado que, aunque no tienen absolutamente nada que ver con Rusia, no iba yo muy desencaminada, pués resulta que la denominación de "katiuskas" proviene de una zarzuela ( para  otros, opereta ), del maestro Pablo Sorozábal, titulada: "Katiuska, la mujer rusa", estrenada en 1931. Su protagonista, llevaba unas impresionantes botas altas que se hicieron muy populares y que la gente empezó a identificar con el nombre de aquélla. Así que la denominación de las botas es un invento español. Si preguntas en Rusia por ellas, todo lo más que te pueden dar es una Matriuska,  por eso de la terminación final ...."uska"y, claro, no tienen nada que ver... O sí?...

Las Matrioskas. Qué bonitas, por Dios!!!
 Aunque el verdadero inventor de estas botas dicen que fué Sir Arthur Wellesley, Duque de Wellintong, allá por 1817, que encargó a su zapatero le hiciera unas modificaciones en las botas que venía utilizando a fin de adaptarlas a su vida diaria y hacerlas más "ponibles", dando lugar a las que luego serían conocidas por "Wellis Boots", fabricadas en cuero, que todos los caballeros de la época querían usar, imitando la figura de su héroe de guerra, que, por cierto, tenía un "fachón", (aunque hay que reconocer que los uniformes militares hacen mucho, la verdad ), convirtiendo sus botas en uno de los hitos de moda de la época, hasta el punto de que el partido laborista le caricaturizó, metido en una de ellas.


Pero su estallido, el "boooommmm", nunca mejor dicho, de estas botas, se produjo durante la Primera Guerra Mundial, y no precisamente por cuestiones de moda, sino por pura necesidad, para proteger del agua y del barro los pies de los soldados británicos en las trincheras. Así fueron encargadas a la casa HUNTER, una marca nacida en Edimburgo (1856) la fabricación de 1.185.036 pares de botas de agua, hechas de caucho y goma. Desde entonces, esta marca ha obtenido dos distinciones de la Casa Real Británica y se ha ido renovando y extendiendo por todo el mundo, convirtiéndose en uno de los accesorios mas cool del momento desde que Kate Moss las luciera en varias ocasiones para asistir a determinados eventos y festivales al aire libre, con la lluvia y el barro como unos de los principales protagonistas.

A esta chica es que le sienta bien todo...
Vistas así, "desapasionadamente", las botas son casi idénticas a las que se puede calzar cualquier pescador o cazador; el pié tiene la horma muy ancha, y por eso resultan cómodas, aunque,  seguro, que pesan.Yo creo que son, para lo que son, y para eso, ( aislar de la lluvia y el barro en auténticos lodazales ) me parecen perfectas, ideales como fondo de armario para toda la vida y sacarlas cada vez que nos surja algún viaje al campo en época de lluvias o para acudir a algún evento en tierra firme y lloviendo a mares...Pero para tener un uso tan concreto, son caras, al menos, para las terrícolas, sobre todo, porque las hay también muy buenas, y bastante más baratas.Utilizarlas a diario por ciudad, para amortizarlas, me parece que son ganas de "querer y no poder", porque yo creo que no favorecen nada, quizá por eso, la marca se ha espabilado y ahora las hay de todos los colores y estampados diversos que las hacen más ponibles y urbanas...


Me las llevoooo....
Yo, de momento, ya he elegido las mías, que guardaré entre mis tesoros virtuales. Éstas de la izquierda. Ideales, con ese toquecito militar que le dan los botones laterales y que resulta tan favorecedor.

Pero hay muchas más de esta marca; con estampados de flores, "print animal", o de colores fluorescentes: fucsias, verdes, naranjas..., que las hacen muy divertidas.

Aunque no son las únicas botas de agua en el mercado. Hay miles de copias de éstas y otras diferentes. Casi todos los diseñadores de calzado las han incorporado a sus colecciones, y ahora ya no son planas ni con esa suela tan gorda, las hay hasta con plataforma, para delicia  de las más fashionistas.

Un ejemplo de que las botas de agua ya no son los "artefactos" que eran y que pueden llevarse con los lokss más elegantes y sofisticados, son estas de más abajo, pertenecientes a la colección de Louis Vuitton Otoño Invierno 2011/2012. Im-presionantes, no?


Hay "cienes y cienes", eh?... Y para todos los gustos y todos los precios. Para dar ese puntito de color en los días de lluvia o niebla, plomizos y  grises...


Desde luego, no será porque no hay modelos. Ahora sólo queda elegir las que más nos gusten...y, al menos en alguna ocasión, darnos el gustazo de chapotear en los charcos con ellas, todo lo que nos apetezca, como revancha a las represiones de nuestra niñez..., incluso, quitárnolas  y saltar y saltar con los piés desnudos en el agua ... Total, qué es un resfriado, comparado con el gustazo de hacer lo que siempre quisimos hacer y nunca nos dejaron?...
Qué!, eh?

                                                                      Atttchus!!!!!!

2 comentarios:

  1. Que entrada más chula Monni y que curiosa la historia de las Katiuskas que yo solo me las pongo en el campo, unas verdes, no verde caqui, un verde hierba con cremallera, tienen más años!!!! me las compre en Madrid y ya hace unos cuantos años que no vivo allí, así que pueden tener unos 14 años. Y no se cuela agua por la cremallera porque tienen como una solapa, pero es cierto, pesan demasiado.
    Tienes razón, a Kate Moss todo le sienta bien!!! Yo me quedo con las rojas que tienen como un puño de lana :) aunque las verdes de flores también me las pondría :)
    Muacss

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