VELEROS

Yo creo que una de las imágenes más relajantes que existen, es la de un barquito velero, en el horizonte, navegando con la mar en calma. Una imagen, además, que nos despierta la imaginación y nos hace soñar con viajes lejanos a puertos sin determinar, ciudades por descubrir y miles de aventuras que disfrutar...




Mirándolos pareciera que se deslizaran sólos, empujados por la suave brisa, y durante el rato que estamos contemplándolos nos sentimos capaces de izar o arriar sus velas, coger el timón y marcar el rumbo de nuestro destino, lejos, muy lejos, sin nada que nos ate, sólos con el mar y el cielo...

Sus frágiles siluetas, como de papel recortadas, perfectamente delineadas en el azul inmenso, nos elevan el alma y nos recuerdan nuestra propia existencia y vulnerabilidad ante las distintas etapas de la vida, ese océano que todos atravesamos, con momentos de tempestad y bonanza,  tristezas y felicidad..., del que no siempre salimos bien parados, salvo que sepamos llevar el timón con firmeza.

Preciosos veleros que surcan los mares con el empuje de los vientos y sin más ayuda que la resistencia de sus velas y la pericia de sus tripulantes, esforzados marineros, hoy ya no por necesidad, sino por afición, auténticos apasionados de la vida al aire libre, que  rompen con la rutina de una vida que les despersonaliza, y para los que esta experiencia les supone desconectar de sus preocupaciones diarias, recibiendo un soplo de energía y vitalidad.

Algunos son veleros enormes, cuyos mástiles se pierden en el cielo y recuerdan antiguas y heroicas hazañas de navíos españoles, allende los mares, en su afán por conquistar nuevos continentes y extender el dominio de sus reyes al otro lado del Atlántico, hasta convertirlos  en aquél imperio donde  nunca se llegaba a poner el sol.

En la actualidad, muchos de estos grandes veleros son utilizados como Buques Escuela  donde, a la vez que se instruye a los oficiales de la Armada, se convierten en embajadores de sus paises en los puertos donde hacen escala. Una muestra de ellos es el buque escuela de la armada española "Juan Sebastián de Elcano", el tercer velero más grande del mundo, dicen, un bergantín goleta con cuatro mástiles, que recibe su nombre del explorador español que completó la primera vuelta al mundo en el año 1522.

Una belleza flotante que sólo algunos privilegiados pueden disfrutar. Inmenso pájaro acuático  de alas blancas deslizándose en el agua. Paloma mensajera de la paz, que parece recorrer los mares en volandas, sin ni siquiera mojarse, a hombros de la diosa  Minerva que le marca el rumbo desde su mascarón de proa, y le defiende en las tempestades de la fuerza de los vientos y el empuje de las olas.

 Y en su popa, una gigantesca bandera española, ondeando orgullosa de su nacionalidad, a la que pasea por todos los mares y puertos por donde pasa, y que hace que todos los que le admiren, vean en él un trocito de España, ese país lleno de historia, arte  y cultura milenarias, embajador por el mundo de la paz y la libertad.

Qué bonito, por Dios!

Y si navegando en solitario, los veleros son un ejemplo de belleza, donaire y elegancia, cuando compiten unos contra otros, en las regatas, y se dejan llevar por sus velas de todos los colores, infladas por el viento, con el sol de frente o a sus espaldas, entre las distintas gamas de azules del cielo y el mar,  son la imagen perfecta de la luz, la alegría y la vitalidad.

Una de las mayores regatas del mundo es la que se celebra en el Golfo de Trieste, al Norte de Italia. Allí, desde el puerto, y bajo la vigilancia del Faro della Vitoria, se congregan todos los años unos  1.500 veleros y cerca de 25.000 aficionados a la mar, dispuestos a realizar la mejor carrera de su vida, demostrando su pericia en el manejo de las artes marineras, dando lugar, al inicio de la competición, a unas imágenes de una belleza plástica inmensa, con multitud de veleros blancos apiñados sobre el azul del Adriático, como esta de más abajo que dejo como muestra:

Dedico esta entrada a mi hermano mayor, hoy día muy vapuleado por una terrible "ola" que ha estado a punto de arrastrarle, pero que ha podido superar gracias a su fortaleza física y ánimo de espíritu. Que el Dios de los mares y la Virgen del Carmen, a los que él se ha encomendado tantas veces, le den las fuerzas y el coraje suficientes para seguir superando las secuelas que ha dejado tras de sí esa "ola" implacable, que raras veces perdona, salvo a los valientes que le plantan cara como él.

Y mientras tanto, ahí está. Con sus velas arriadas y sus cuatro mástiles arañando el cielo. Tan elegante y majestuoso. Esperando que este tiempo de calma le sirva para coger fuerzas y continuar su singladura con el donaire y la valentía de siempre.

                        Un beso, hermano...

Esta Entrada pertenece al blog "La caraba en bicicleta", cuya autora es: Monni Della Hesk. Si la copias, al menos, añade su enlace. Así de fácil: http://lacarabaenbicicleta.blogspot.com.es/