A las fechas que estamos, si una no se ha ido de vacaciones todavía, puede ser, o porque lleva de vacaciones todo el año, y eso, según se mire, puede ser, o muy bueno o muy malo, dependiendo de las razones que lo justifiquen..., o porque todavía se encuentra trabajando..., que es lo que me ocurre a mí.
Y entonces, sobre todo si es ya la última semana, los días empiezan a parecer más largos e interminables, el despertador te sobra, porque tienes cogida la hora de levantarte y ya no hace falta ni que suene; el trabajo parece que se vuelve más pesado y te santiguas, oh, Dios!, o cruzas los dedos, cuando suena el teléfono en horario laboral, rezándole a todos los santos para que no sea el típico marrón de última hora que hay que resolver, sí o sí, sobre todo porque a una le gusta irse de vacaciones, sin dejar nada pendiente...
Y es que a estas alturas del año, en lo que sólo piensas ya, o, al
menos, en lo único que yo pienso ya, es en la playa; una playa
desierta, sin niños alrededor, sin sombrillas, sin codazos para bañarse.
Una playa idílica en la que la única compañía es un sol radiante, una arena
finísima, dorada y una suave brisa que refresca el cuerpo y la cara,
salpicados por la espuma de las olas, y que, lejos de resultar
desagradable, hace que te sientas totalmente integrada en la Naturaleza,
salvaje y libre...
Aunque luego en la realidad, la playa no sea tan solitaria, ni la brisa tan agradable y lo de sentirse tan salvaje y libre, solo sea una licencia literaria, un pensamiento anti stress sacado de cualquier libro de autoayuda o vete a saber qué... Pero siempre, siempre, durante estos días, habrá un ratito, por pequeño que sea, o si no, habrá que procurarlo, que podamos disfrutar de algo que nos guste y que generalmente vamos retrasando con el ajetreo cotidiano. Por ejemplo, leer un buen libro, sentada tranquilamente " a la sombra de una sombrilla" en la playa o la piscina; disfrutar de un buen baño en el mar, a mediodía o al atardecer, en esas horas en que la gente ya se va retirando; o comer ese "pescaito" frito o ese helado que tanto nos gustan y de los que habitualmente solemos mantenernos a raya, no vaya a ser que...ejem...; O incluso, no hacer nada, tan sólo tomar el sol con los ojos cerrados, mientras escuchamos el sonido del mar o miramos embelesadas como planean las gaviotas por encima de las olas, una y otra vez...
O salir todas las noches, aprovechando las buenas temperaturas...Y vestirnos a nuestro aire, o mejor dicho, desnudarnos, porque otra de las cosas buenas que tienen las vacaciones de verano, sobre todo si estamos en la playa, es que no hay que cubrirse demasiado, al contrario de la diosa de arriba, que de glamourosa, se pasa...Pero el resto de las mortales, cuanto menos ropa llevemos, mejor... Sencillitas, pero, eso sí, con mucho estilo... O no?.
O salir todas las noches, aprovechando las buenas temperaturas...Y vestirnos a nuestro aire, o mejor dicho, desnudarnos, porque otra de las cosas buenas que tienen las vacaciones de verano, sobre todo si estamos en la playa, es que no hay que cubrirse demasiado, al contrario de la diosa de arriba, que de glamourosa, se pasa...Pero el resto de las mortales, cuanto menos ropa llevemos, mejor... Sencillitas, pero, eso sí, con mucho estilo... O no?.
Y para eso nada mejor que los blusones de algodón, de tela india, o de seda..., transparentes, tupidos, y de todos los colores, lisos o con dibujos... Los cortos son perfectos para bajar por la mañana a la playa y a mediodía ponerte algo por encima, para tomar la cerveza en el chiringuito...
O largos, tipo kaftán, que son más sofisticados y glamourosos. Ideales para tomar un café a media tarde en la piscina del hotel, o dar un paseo por sus terrazas, disfrutando de las vistas y, de paso, presumiendo de modelito...
Y hablando de kaftanes, son unas prenda inspiradas en los vestidos de las mujeres marroquíes, generalmente fabricados con telas de seda maravillosas, gasas y tafetanes de colores preciosos y muy llamativos, adornados de pedrería y bordados con hilos de oro. El kaftán fué reinterpretado y adaptado a Occidente, en los 60-70, por los más importantes modistos y diseñadores: Dior, Ives Saint Laurent o Emilio Pucci y se puede decir que no ha pasado de moda nunca. Es una de las prendas intemporales que siempre vuelve...
Colección de caftanes de Emilio Pucci en los años 60 |
Pronto las grandes estrellas de cine y personajes de la vida pública, los incorporaron a su armario, convirtiéndolos en el toque chic de su indumentaria para las vacaciones en la playa o en el detalle diferenciador de sus looks para las fiestas de verano o para grandes celebraciones y ceremonias. Hasta hubo quien lo eligió como modelo para su traje de novia, como ocurrió con Elyzabeth Taylor, en su segundo matrimonio con Richard Burton. Por cierto, ella era una
fan absoluta de esta prenda, quizá porque es perfecta para disimular las
redondeces, y la utilizaba para todas las ocasiones. Dicen que se
aficionó a su uso, tras el rodaje de la película Cleopatra y tenía una
colección perteneciente a los más importantes diseñadores del mundo que
fué subastada en la sala Christie´s, tras su muerte. Abajo aparece junto a la "Belle de Jour" por excelencia, Catherine Deneuve, y Marisa Mell, que luce un caftán de Oscar de la Renta del año 1967. Las tres, auténticos iconos de la moda y de la belleza en su época, y para siempre.
Hay caftanes para todos los gustos y para todas las ocasiones. Y la particularidad que tienen es que le sientan bien a todo el mundo, a las más finitas porque se les insinuan sus curvas y a las más gorditas, porque se las disimulan estupendamente. Y además no ocupan casi nada en la maleta, por lo que puedes perfectamente, y sin remordimientos, llevarte dos para cada día, uno para por la mañana y otro por la noche, sin repetir.
A mí los largos me gustan mucho, pero algunos con tanta seda y tanta transparencia, me parecen demasiado sofisticados, aptos para llevarlos tan sólo en ocasiones puntuales y muy especiales. Me encantan los de color liso con distintos bordados en contraste o con piedras adornando el cuello y la zona central delantera.
Los hay de todas las clases y precios.
Los que se muestran aquí, pertenecen casi todos a grandes diseñadores,
pero se pueden encontrar monísimos y baratísimos en tiendas hippies y
mercadillos, lo único que hay que tener es suerte y gusto para
elegirlos. Incluso los venden por la playa, desde 15/20
euros, los cortos.(
depende de la habilidades de cada uno con el regateo ). El de abajo me encanta, pero no es de los baratitos...
Los largos, en general, me gustan estrechos y hasta los tobillos. Informales. Parecidos a las chilabas, pero sin capucha. De algodón y manga larga. De colores vivos y con algún toque hyppie. Sandalias planas y cartera de rafia. Ideales para alguna que otra noche por la zona de playa.
Y así de ambientada, me despido....
Chiringuitos, reivindico los chiringuitos hombre!
ResponderEliminarHola Monni, qué bonita prenda el Kaftan, a mí también me gustan largos y estrechos, de un color, como el de Catherine Deneuve
Ayer me acordé de ti porque leí un artículo sobre Lauren Bacall y no sé cómo llegue a otrooo artículo sobre la camisa blanca, que yo creo que se merece una entrada...
Voy a dormir que estoy muelta! Muacss
Buena idea, Gave. La camisa blanca. Una prenda tan habitual, fondo de armario, que te puede valer para cualquier ocasión. La apunto para alguna de mis entradas, porque al ritmo que llevo, empiezo a necesitar sugerencias de contenidos... Ja, Jaaa.
ResponderEliminarENTRADA NUEVA: "RAYAS"
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