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No soy muy de rezar pero recurro instintivamente a ello cuando necesito estar a solas conmigo misma, calmar mi ansiedad e inseguridades ante lo desconocido, centrarme y templar un dolor que resulta insoportable.
No soy muy de rezar, es cierto, pero la realidad es que he recurrido a ello siempre que alguno de mis seres queridos han estado enfermos, pidiendo desde lo más profundo de mi ser y con todas mis fuerzas que se curaran pronto o, al menos, se aliviara su enfermedad lo más posible.
No soy muy de rezar, digo, pero lo he hecho cuando se han ido las personas más cercanas a mí, aquéllas que más me han querido y he necesitado encontrar la serenidad y la calma suficientes para recordarlos y superar su ausencia.
No soy muy de rezar, pero lo hago cuando las cosas van mal, para que vayan mejor y cuando van bien, para agradecerlo y para pedir que les vaya también bien a los que quiero.
No soy muy de rezar, pero lo hago cuando las cosas van mal, para que vayan mejor y cuando van bien, para agradecerlo y para pedir que les vaya también bien a los que quiero.
Y la realidad es que no soy muy de rezar pero resulta que rezo mucho más de lo que creo....
Por eso, me he sentido identificada con el artículo que me ha llegado por whatsapp, publicado en el ABC de Sevilla, el pasado día 11 de Marzo, titulado "Reza por mí", escrito por: MIGUEL ÁNGEL ROBLES y cuyo contenido transcribo literalmente a continuación:
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"Rezar es una conversación
con los que ya no están, el recuerdo de los que te antecedieron y la oración
para seguir su ejemplo. Rezar es pedir por ellos. Y también pedirles a ellos
por los que estamos aquí. Es el momento de más calma del día, y, en mi caso, el
de primera hora de la mañana, poco más de las seis, y el agua de la ducha
caliente cayendo despacio sobre los hombros. Rezar es una fotografía en sepia,
un regreso a la casa de tus abuelos y al tiempo sin tiempo de tu infancia. Es
pasar por la Iglesia de San Pedro, de camino al colegio, y rezarle al Cristo de
Burgos un Padre Nuestro para que te ayude en los exámenes. Es el refugio del
frío, y el silencio acogedor. Rezar es tener memoria.
Rezar es lo que va antes
del trabajo o después del trabajo, y lo que nunca lo suplanta, porque ya
lo dice el refrán: a Dios rogando y con el mazo dando. Es lo único que puedes
hacer cuando ya no puedes hacer más, y es la forma de comprometerse de quien no
tiene otro medio de hacerlo, como cuando rezamos por un enfermo que se va a
operar y ya está todo en manos del cirujano (y de Dios). Rezar no hace
milagros, o sí los hace, eso nunca lo sabremos, pero ofrece consuelo al que
reza y a aquel por quien se reza. Rezar nunca es inútil, porque siempre
conforta.
Rezar
es decir rezaré por ti y, también, reza por mí. Y es, por tanto, lo contrario a
la vanidad, la aceptación de tus limitaciones, aprender a resignarse cuando lo
que pudo ser no ha sido. Es vivir sin rencor,
aprender a olvidar, aceptar la derrota con dignidad y celebrar el triunfo con
humildad. Rezar es resignación cuando procede, pero también arrebato y pundonor
cuando toca. Es buscar las fuerzas si no se tienen y confiar en que las cosas
van a ser como deberían ser. Rezar es optimismo, no dar nada por perdido,
luchar y resistir, como en la canción, erguido frente a todo, y es mi padre
antes de morir. Rezar es fragilidad y entereza.
Rezar es curar las
heridas, restañar los arañazos, superar el daño que te han hecho. Pasar página
y empezar de cero. Perdonar las ofensas y también pedir perdón. Y sobre todo
tener gratitud. Rezar es dar las gracias por vivir y por lo que la vida te ha
dado. Es despertarse con las ilusiones renovadas. Aferrarse desesperadamente a
lo inmaterial. Acordarse de lo que de verdad importa, y relativizar todo lo
demás. Es establecer las prioridades, poner en orden los papeles de tu mesa,
buscar la trascendencia, pensar a lo grande.
Rezar es desconectar y
apagar el móvil. Es introspección en la sociedad del exhibicionismo. Es
relajarse y calmar los nervios. Y prepararse mentalmente para lo que ha de
venir. No es solo buscar el coraje, sino también la inspiración, la idea, el
enfoque, la luz, el claro en medio de la espesura. Rezar es razonar, aunque
parezca lo más irracional que haya. Es la mente funcionando como cuando juegas
un partido de tenis. Es planificar y anticipar las jugadas. Es abstracción en
los tiempos de lo concreto y lo material. Es pausa en un mundo excitado. Es
calma cuando todo es ansiedad. Y es aburrido en la dictadura de lo divertido.
Rezar es una forma extrema
de independencia, una actividad casi contracultural, lo más punki que se puede
hacer una tarde de domingo. Es la forma más radical de practicar “mindfullness”, tan pasada
de moda que cualquier día se volverá extraordinariamente “cool”. Rezar podría
computar como horas de trabajo para los empleados públicos, pero no sirve
porque es una práctica “antisistema”,
sin reconocimiento alguno del “establishment”.
Tan políticamente incorrecta que la gente oculta que reza como esconde la tripa
para la foto. Rezar es un placer oculto, que se reserva para la intimidad. Un
acto privado, y casi a escondidas, que, cuando se hace acompañado, necesita
cierta oscuridad y mucha, mucha, confianza.
Rezar es desnudarse y
abrir tu alma a la persona con la que rezas. Y es una declaración de amor por
la persona que tienes en tus rezos. Es derramar tu cariño sobre los que más
quieres y sentir el cariño de los que rezan por ti. Rezar es tener a otros en
tus oraciones y estar en las oraciones de otros, que es mucho más que
estar solo en su memoria. Rezar, y sobre todo que recen por ti, es la mayor
aspiración que uno puede tener en la vida. Un privilegio inmenso. Es querer
tanto a alguien como para rezar por él, y que alguien te quiera tanto como para
rezar por ti. ¿Cabe mayor orgullo? ¿Existe mayor plenitud que la de saber que
hay una madre, un hermano, un hijo o un amigo que quiere que Dios te proteja, y
te dé salud, y te ilumine, y te ayude, y te acompañe, y esté siempre contigo?
Rezar es tener fe. Tener
fe en la vida, en las personas, en tus amigos, en tus hijos, en tus padres, en
Dios. Rezar es la maestría de niños y abuelos. Y es un súper poder que nos
predispone al bien. Rezar es creer y ser practicante de un mundo mejor."
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El equipo de Dios!!!...Ya ni rezo por él...
ResponderEliminarFelicidades a la afición madridista!!
Hablando de Supervivientes: lo que hace Sofía con Francisco, justificaría que éste le tirara a ella del pelo y le pegara un "pisotón"?...O las palabras de Saray llamando a Alberto mantenido, justificaría que este le diera a la otra un bofetón ?... O es que lo que hacen éstas no es provocar?...
ResponderEliminar¡¡Qué poca vergüenza tiene telecinco!!!!
Entrada Nueva: " El penalti".
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